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¿Qué dice Dios sobre los inmigrantes?

Desde el principio de la humanidad, existe la migración, que se conoce como el movimiento de gente que sale de su lugar de origen  para establecerse en otro país o región, de manera temporal o definitiva. La mayoría lo hace por causas económicas o sociales. La migración es un hecho de la vida!

En la Biblia encontramos a muchos inmigrantes: Adán y Eva, Noé y sus hijos, Abraham, Isaac, Jacob, las 12 tribus de Israel que emigraron a Egipto, Ruth La Moabita,  los apóstoles también fueron migrantes. Cuando Jesús nació sus padres se vieron obligados a migrar con El a Egipto y luego se mudaron a Nazaret, cuando  Jesús desarrolló su ministerio este era de constante movimiento en la región de Israel porque “no tenía donde recostar su cabeza”. Asi mismo, el apóstol Pedro extiende la condición de migrante a todos los cristianos: «Ustedes son extranjeros y viajeros en la tierra» (1ra Pedro 2:11)

En el  libro de Levítico Dios le da instrucciones a la nación de Israel de cómo debían de tratar a los inmigrantes:

»Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal.  Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor y Dios de Israel ». (Levitico 19 :33-34)

Nuestra responsabilidad al recibir un inmigrante es clara: Debemos tratarlos como si fueran ciudadanos auténticos cuando se establezcan en el país. En otras palabras, Dios nos exige aplicar la «regla de oro» con los inmigrantes: «Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes» Mateo 7:12:

He visto un mal en los países que reciben inmigrantes: muchos de sus ciudadanos  discriminan y explotan a los extranjeros,  los explotan aprovechando que muchos de ellos no tienen sus documentos de residencia o permisos de trabajo y por ello les pagan mal, los discriminan porque no son nacionales o no  hablan el mismo idioma.

¿Y qué dice Jesús acerca de los extranjeros?

“Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. 35 Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui    forastero, y me dieron alojamiento; 36 necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”. Mateo 25:34-36

Jesús es el inmigrante que vino del cielo. Él se identificó  como un extranjero, dejó su patria (los cielos) y se hizo como uno de nosotros. La humanidad  no supo recibirlo, más bien lo rechazaron, sin embargo, el resistió todo el maltrato posible y logró la salvación de nuestras almas al dar su vida en la cruz por nuestros pecados.

Gracias a este inmigrante que vino del cielo,  tenemos la salvación y la esperanza de la vida eterna!

Cabe destacar también que,  cuando  Dios le habla a Israel acerca de como  tratar a  los inmigrantes,  pone su firma: «Yo soy el Señor y Dios de Israel». A Dios le importa mucho un inmigrante y el deja en claro que nos va a pedir cuenta de la manera como tratamos a los extranjeros. Por ello, es nuestra responsabilidad amar y asumir la carga de recibir al extranjero que viene a tu país.

Reflexión: ¿Como estas tratando al extranjero que habita junto a ti?  ¿Lo estas explotando como empleado? ¿Lo estas tratando bien o mal? Ahora que conoces lo que Dios ha dicho, ¿que acciones vas a tomar?

Bendiciones

Pr. Daniel Sánchez

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