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Dale a Dios el valor y el lugar que merece; eso es ADORACION

Hoy quiero compartir un poco sobre la vida del Rey Ezequías quien gobernó en el reino de Juda. Su historia se encuentra en la Biblia en el libro de 1ra de Crónicas capítulos 29, 30, 31, este maravilloso testimonio de un hombre que decide darle el lugar que Dios merece. Eso es ADORACIÓN.

Estos son los decisivos detalles de su vida que le permitieron tener un reinado exitoso y agradable a Dios:

1) Ezequías contó con una madre comprometida y de influencia positiva:

“Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre”.

 Sin duda su madre Abías fue una influencia consagrada e importante en su vida.

Su madre era Abías, la hija de Zacarías, probablemente la persona mencionada por el profeta Isaías (Isaías 8:2) como un “testigo fiel”.  Esta posible amistad de su madre con el profeta, combinada con la certeza de que hasta ese momento había estado bajo la influencia del ministerio de Isaías, puede explicar las acciones de Ezequías al llegar al trono.

Otro ejemplo más de que cuando vemos a un hombre de Dios, por lo general es que ha tenido la influencia de una mujer piadosa.

2) Ezequías decidió obedecer los mandamientos de Dios:

En 2da de Reyes 18:5 se hace esta asombrosa declaración sobre Ezequías: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés”

3) Ezequías le dio al Señor el valor que merece y restauró la adoración.

“Y levantándose de mañana el rey Ezequías reunió los principales de la ciudad, y subió a la casa de Jehová. Y presentaron siete novillos, siete carneros, siete corderos, y siete machos cabríos, para expiación por el reino, por el santuario y por Judá. Y dijo a los sacerdotes hijos de Aarón, que los ofreciesen sobre el altar de Jehová. Mataron, pues, los novillos, y los sacerdotes recibieron la sangre, y la esparcieron sobre el altar; mataron luego los carneros, y esparcieron la sangre sobre el altar; asimismo mataron los corderos, y esparcieron la sangre sobre el altar. Después hicieron acercar delante del rey y de la multitud los machos cabríos para la expiación, y pusieron sobre ellos sus manos: Y los sacerdotes los mataron, e hicieron ofrenda de expiación con la sangre de ellos sobre el altar, para reconciliar a todo Israel; porque por todo Israel mandó el rey hacer el holocausto y la expiación. Puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios, y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán: porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas. Y los levitas estaban con los instrumentos de David, y los sacerdotes con trompetas. Entonces mandó Ezequías sacrificar el holocausto en el altar; y cuando comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David rey de Israel.”

 

 La diligencia de Ezequías fue tan evidente al levantarse de mañana para hacer estas cosas. “Su celo por la gloria de Dios hizo que su obediencia fuera pronta y presente, lista y rápida. No pudo descansar hasta que hubo reformado la adoración a Dios.

4) Ezequías fue sabio al hacer de la adoración una prioridad.

La primera prioridad de todo ser humano debe ser reconocer el valor de Dios. Así es, por ejemplo, como comienzan los diez mandamientos (Éxodo 20:3-6), es la razón de la obediente muerte de Jesús en la cruz, y es la principal característica de la comunidad en el cielo (Apocalipsis 4:1-5:14; 22:1-9).”

¿Como puedo darle a Dios el valor y el lugar que merece en tu vida?

He aquí algunos ejemplos:

– Dándole lo primero del día.

– Obedeciendo sus mandamientos.

– Quitando de mi vida el pecado

– Siguiendo a Cristo

– Congregándome y sirviendo en una iglesia en donde Cristo tiene el primer lugar.

– Perdonando a otros asi como Dios me perdonó. 

– Reconociéndole en todos mis caminos…

¿Qué otra manera puedes agregar?

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