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No tires la toalla! La insistencia y la perseverancia abre los cielos

Cuando un  boxeador está  peleando dentro del ring y está por darse por vencido,  bien sea porque no puede más o porque piensa que no tiene esperanzas de ganar, sus asistentes tiran la toalla al centro del ring dando por terminada la pelea. De igual manera hay muchos cristianos que desisten de seguir pidiendo la ayuda de Dios en sus batallas de la vida porque han perdido toda esperanza o ganas dee seguir luchando. Probablemente has escuchado decir: “Ya no le pido más a Dios por esta situación, se la entregué en sus manos, me doy por vencido! o «hace tiempo que yo dejé de orar por eso»

En el evangelio de Lucas Jesús nos da una importante lección acerca de la actitud insistente que El desea ver en nosotros cuando oramos.  Quiero que le prestes atención a este pasaje del evangelio de Lucas en donde Jesús nos enseña a orar con audacia y persistencia y  lo pienses mejor antes de darte por vencido o tirar la toalla cuando ores:

Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: 6 “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu importunidad.  Lucas 11: 5-8

¿Quién de ustedes que tenga un amigo, va a él a medianoche?: En la costumbre de ese tiempo, toda una familia vivía junta en una casa de una sola habitación. A un lado de la casa, era una plataforma elevada donde todos dormían; abajo en el suelo, estaban todos sus animales – una vaca, tal vez algunas ovejas y cabras, y así sucesivamente. No había manera de que el hombre pudiera llegar a la puerta sin molestar a toda la familia.

Sin embargo por la importunidad dice que se levantará su amigo y le dará todo lo que necesita: Tomó mucho de la audacia para el hombre en la historia, para pedir tan desvergonzadamente a su amigo en medio de la noche, que realmente quería y necesitaba el pan.

La importunidad es la acción de molestar, fastidiar, cansar, importunar, hacerse incomodo e insistir en algo.

A menudo Dios espera nuestra persistencia apasionada en la oración. No es que Dios se resista y necesita ser persuadido. Nuestra persistencia no cambia a Dios, sino que nos cambia a nosotros, desarrollando en nosotros un corazón y una pasión por lo que Dios quiere.

En la Biblia encontramos varios ejemplos de personas que importunaron a Dios:

Abraham: Cuando Dios le dijo que iba a destruir a Sodoma, le preguntó a Dios más de cinco veces  y de diferentes maneras si pensaba seguir con el plan de destrucción bajo el argumento de que Dios sería injusto si acabara con la vida de personas justas. En todas las preguntas que Abraham le hizo a Dios se puede notar  que estaba cuestionando la decisión de Dios. Abraham fue insistente, quizas fastidioso, muy audaz, pero Dios no reacciona con enojo contra  Abraham, al contrario, le respondía con bondad y paciencia. Las persistentes oraciones de Abraham le permitieron  a el  mismo darse cuenta de que Dios estaba actuando con justicia. (Ver Génesis 18)

Jacob: No abandonó su demanda de ser bendicido, al contrario, se enfrascó en una  lucha con Dios durante toda una noche  hasta lograr su cometido. Por su su gran insistencia Dios lo bendijo y hasta le cambio el nombre: «Serás llamado Israel porque has luchado contra  Dios y has vencido».  (Génesis 32)

La mujer cananea: Una mujer de los gentiles, que vivía allí, se le acercó a Jesús y le rogó: « ¡Ten misericordia de mí, oh Señor, Hijo de David! Pues mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente». Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya —dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas». Entonces Jesús le dijo a la mujer: —Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel. Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más: — ¡Señor, ayúdame! Jesús le respondió: —No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros. —Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos. —Apreciada mujer —le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides. Y al instante la hija se sanó. (Mateo 15:21-28)

Preste atención: Dios espera que seamos insistentes al  orar y no nos demos nunca por vencidos,  luchemos hasta conseguir la respuesta a nuestras peticiones. En cada tiempo de oración recuérdale al Señor tus peticiones,  en cada reunión de oración, en tus momentos de intimidad con El. Cuando vayas a las reuniones de oración y te soliciten por tus motivos o peticiones, no tengas pena en insistir que te apoyen en orar por esa petición pendiente hasta que recibas respuesta.

No tires la toalla!, no desistas, intensifica tu tiempo de oración, se insistente,  persevera  y los cielos se abrirán.

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